13, Rue del Percebe es una serie de historieta de España creada por Francisco Ibáñez. La primera página fue publicada en el primer número de la segunda época de la revista Tío Vivo (6 de marzo de 1961) y pronto adquirió enorme popularidad por su estructura novedosa e inusual.
Análisis
13, Rue del Percebe es en apariencia una serie de chistes casi siempre aislados e independientes, con personajes fijos, encasillados en su papel inmutable y sólo unidos por el edificio donde habitan. Ello permite al lector leer la página en el orden que desee, claramente no lineal. Pero afirmar esto sería frecuentemente simplificar las cosas. A menudo, un hecho afecta a más de una viñeta-vecino o a la página entera de modo que en ocasiones la secuencialidad de lectura es dirigida, aumentando así el efecto cómico y de inmersión a causa de las sinergias creadas en los personajes que, de puro arquetípicos, uno acaba conociendo y aceptando, del mismo modo que muchos conocemos a los vecinos de nuestro enorme bloque de apartamentos: por escenas furtivas pero similares que, día a día, nos hacen ir formando una imagen más o menos precisa de ellos.
La facilidad de lectura de este tebeo, la interminable repetición de los mismos problemas con diferentes detalles, la familiaridad que se crea con los personajes a lo largo de la lectura dispersa de cada página a pesar de que, objetivamente, la mayoría de los chistes son muy simples, así como una ausencia de lectura lineal que, de haberlo conocido, habría hecho las delicias de Marshall McLuhan hacen de este tebeo un caso único y especialmente atractivo a un nivel inconsciente que pocas otras historietas pueden igualar.
Sin embargo Francisco Ibáñez encontraba difícil a la larga continuar dibujando esta serie: no soportaba la sensación de enclaustramiento que le producía. En sus otras historietas son frecuentes los viajes, los exteriores, los paisajes urbanos o rurales mientras que en 13, Rue del Percebe tenemos una casilla de extensión fija para cada personaje fijo. No obstante, en 1987, Ibáñez creó, para la editorial Grijalbo, 7, Rebolling Street, una historieta que explotaba la misma fórmula pero esta vez a doble página y con más personajes.
Los habitantes
13, Rue del Percebe' es una macroviñeta que ocupa una página, dividida a su vez en viñetas no secuenciales, y que muestra en clave de humor un edificio de apartamentos y la comunidad que lo habita: En este cómic hay historias variadas sobre el edificio 13, Rue del Percebe. Ibáñez se vio obligado a sustituir el personaje de doctor chiflado, una especie de doctor Frankenstein que creaba monstruos horripilantes pero que siempre le salían buenazos, por un sastre desastre que lo horripilante que creaba eran sus trajes. El motivo del cambio, obligado por la censura franquista fue que solo Dios podía crear vida. Entre estos dos inquilinos la portera enseñaba el piso vacío intentando engañar a los posibles compradores con sus supuestas posibilidades.
En la buhardilla vive Manolo, un pintor que se encuentra siempre acosado por sus acreedores. De hecho, más que por pintor, se le conoce como deudor sempiterno y por sus ingenios para escapar de sus acreedores; y es precisamente de los sablazos y engaños de dónde obtiene su "sueldo".3 Este personaje recuerda al protagonista de Aniceto, artista incompleto de José Escobar Saliente o Guillermo el conquistador de Gin, aunque su mayor influencia sería Manuel Vázquez Gallego. En la azotea se encuentra un gato que es torturado por un cruel ratón.
En el tercer piso encontramos a un patoso ladrón llamado Ceferino Raffles que no parece poder dejar de robar cosas inútiles y a su fastidiada esposa, la representación de el Caco Bonifacio de Enrich, teniendo la misma vestimenta (antifaz, chaqueta y pantalón con remiendos) y un ayudante, en el caso de Bonifacio de Panchacio y en el de Ceferino su mujer. El apartamento contiguo lo ocupan una mujer y sus tres hijos pequeños, incorregiblemente traviesos, que en las primeras entregas tenían una hermana mayor que luego desapareció (quizá porque encontró un esposo al fin). Cuando estaba, buscaba novio, pero sus traviesos hermanos "lograban" hacer que se quedase soltera. La historia de los hermanos que estropean las citas de su hermana recuerda a La Terrible Fifí de Nené Estivill y a Lidia y su hermano Jaimito de Joso.
En el segundo piso habitan una anciana de la Sociedad Protectora de Animales que, eterna amante de los animales, no deja de cambiar de mascota (normalmente gatos pero ha tenido incluso una ballena) ni de tener los más variados problemas con ellas, estas situaciones recuerdan a las de Doña Trini y sus animalitos de Escobar.
En la puerta de al lado, trabajaba infatigablemente un profesor loco especializado en crear monstruos, inspirado en Víctor Frankenstein. Debido a la censura (solo Dios podía crear vida) el personaje tuvo que ser eliminado, y durante varios números el piso apareció vacío y en venta, otorgándole mayor protagonismo al personaje de la portera al intentar venderlo, siendo el estado del piso el motivo cómico. Posteriormente sería sustituido por un desastrado sastre con mucha cara dura.
En el primer piso moran, a la izquierda un veterinario no muy competente con una variopinta clientela. A la derecha vive la mezquina dueña de una pensión continuamente superpoblada, en la que destacan los intentos de la mujer por alojar a más inquilinos mediante estrambóticos y draconianos métodos.
En la planta baja hallamos la tienda de ultramarinos de Don Senén, un desconfiado tendero que siempre encuentra modos de engañar a las clientas con el peso y la frescura de la mercancía (aunque a veces le sale el tiro por la culata), que recuerda a Margarito Celemín, un vendedor muy pillín de Blas Sanchís, El dependiente Vicente, de Escobar, El tendero Sisebuto y su aprendiz que es un bruto, de Pedro García Lorente.5 Al lado, a la cotilla portera de la comunidad de vecinos, quien recuerda Doña Tomasa, con fruición, va y alquila su mansión de Escobar y Doña Lío Portapartes de Raf; de esta última tiene hasta su mismo físico con moño, chal, delantal, falda oscura y escoba.
Pero no termina ahí la cosa porque frente a la portería habita Don Hurón (Doroteo Hurón), nada más y nada menos que en una alcantarilla, que posiblemente le fuera alquilada por la dueña de la pensión, a juzgar por lo que asegura en la primera entrega de la serie. A menudo aparece comentando sus problemas con la portera, generalmente sobre transeúntes despistados que caen por el boquete de la alcantarilla o sobre los intentos de una serie de ratas que viven en el pozo por disputarle la vivienda.
El ascensor del edificio, a pesar de ser inerte, es también un personaje por derecho propio pues, de igual modo, sufre las más diversas peripecias y fenómenos. Tan pronto no funciona bien como es robado como está en reparación y es sustituido por variados métodos alternativos (como un cañón o un fuelle gigante para impulsar a los viajantes a los pisos superiores), o es reemplazado por nuevas versiones encargadas a variopintos constructores (como un fabricante de juegos de ajedrez, uno de las pompas fúnebres o un vidriero, los cuales predeciblemente proporcionan a modo de ascensor una torre, un ataúd y una botella gigante).
También hay que poner atención a la araña de la escalera que cada vez se disfraza de una manera diferente, lo que recuerda un poco a Mortadelo, quien hace alguna aparición esporádica en este lugar.
Asimismo, a veces aparece por el edificio otro de los personajes de Ibáñez, el miope Rompetechos.El Autor
Francisco Ibáñez Talavera (Barcelona, 15 de marzo de 1936), es un historietista español, perteneciente a la segunda generación o generación del 57 de la Escuela Bruguera, junto a autores como Figueras, Gin, Nadal, Raf, Segura o Martz Schmidt. Creador de multitud de series humorísticas, como Mortadelo y Filemón, El botones Sacarino, Pepe Gotera y Otilio, 13 Rue del Percebe oRompetechos. Muchas de ellas se perciben todavía en España como un icono esencial de varias generaciones y muchos otros dibujantes de cómic posteriores reconocen su gran influencia.